Pange, lingua, gloriosi
Córporis mystérium
Sanguinísque pretiósi,
Quem in mundi prétium
Fructus ventris generósi
Rex effúdit géntium.
V/. Alabado sea el santísimo Sacramento del Altar
R/. Sea por siempre bendito y alabado
Padrenuestro, Ave Maria y Gloria.
Himno
Señor, la luz del día ya se apaga,
la noche va extendiendo sus tinieblas;
alumbra lo más hondo de las almas
en este santo tiempo de Cuaresma.
Conoces nuestra vida y nuestra historia
y sabes que también hemos pecado,
por eso hacia ti nos dirigimos
confiando que seremos perdonados.
Unidos con la Iglesia recorremos
la senda que nos lleva hasta el Calvario,
llevando en nuestro cuerpo tus dolores,
sufriendo lo que aún no has completado.
Escucha nuestra voz, amado Padre,
que, junto con tu Hijo Jesucristo,
enviaste tu Espíritu a los hombres,
sellando con tu gracia sus destinos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te dará gracias por siempre.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mi.
Señor, Dios mío, te grité,
y tú me sanaste.
Señor sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto,
por la mañana, el júbilo.
Yo pensaba muy seguro:
«No vacilaré jamás».
Tu bondad, Señor, me aseguraba
el honor y la fuerza;
pero escondiste tu rostro,
y quedé desconcertado.
A ti, Señor, llamé,
suplique a mí Dios:
«¿Qué ganas con mi muerte,
con que yo baje a la fosa?
¿Te va a dar gracias el polvo,
o va a proclamar tu lealtad?
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.»
Cambiaste mi luto en danzas,
me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;
te cantará mi alma sin callarse.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te dará gracias por siempre.
Ant 2. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.
Mientras callé se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí;
mi savia se me había vuelto
un fruto seco.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito,
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará.
Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.
Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir
fijaré en ti mis ojos.
No seáis irracionales como caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar con freno y brida;
si no, no puedes acercarte.
Los malvados sufren muchas penas;
al que confía en el Señor,
la misericordia lo rodea.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor,
aclamadlo, los de corazón sincero.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.
Ant 3. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.
LECTURA BREVE
Jesús, para santificar con su propia sangre al pueblo, padeció la muerte fuera de la ciudad. Salgamos, pues, hacia él fuera del campamento, cargando con su oprobio. Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que vamos buscando la futura. Por medio de él ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el tributo de los labios que van bendiciendo su nombre.
RESPONSORIO BREVE
V. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
R./Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
V./Sáname, porque he pecado contra ti.
R./Señor, ten misericordia
R./Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
V./Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «No tienes aún cincuenta años, y ¿has visto a Abraham?» «Os aseguro con toda verdad: antes que Abraham naciese, ya existía yo.»
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «No tienes aún cincuenta años, y ¿has visto a Abraham?» «Os aseguro con toda verdad: antes que Abraham naciese, ya existía yo.»
PRECES
Oremos a Cristo, el Señor, que nos dio el mandamiento nuevo de amarnos unos a otros, y digámosle:
R./ Acrecienta, Señor, la caridad de tu Iglesia.
- Maestro bueno, enséñanos a amarte en nuestros hermanos y a servirte en cada uno de ellos. OREMOS
- Tú que en la cruz pediste al Padre el perdón para tus verdugos, concédenos amar a nuestros enemigos y orar por los que nos persiguen. OREMOS
- Señor, que la participación en el misterio de tu cuerpo y de tu sangre acreciente en nosotros el amor, la fortaleza y la confianza, y dé vigor a los débiles, consuelo a los tristes y esperanza a los agonizantes. OREMOS
- Señor, luz del mundo, que, por el agua, concediste al ciego de nacimiento el poder ver la luz, ilumina a nuestros catecúmenos por el sacramento del agua y de la palabra. OREMOS
- Concede la plenitud de tu amor a los difuntos y haz que un día nos contemos entre tus elegidos. OREMOS
Padre nuestro
ORACION
Señor, atiende a nuestras súplicas y concédenos tu protección, ya que hemos puesto toda nuestra esperanza en tu misericordia; purifícanos de toda mancha de pecado y haz que nos mantengamos en una vida santa, para que lleguemos a recibir la herencia que nos tienes prometida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Tantum ergo Sacraméntum,
Venerémur cérnui:
Et antíquum documentum
Novo cedat rítui;
Præstet fides suppleméntum
Sénsuum deféctui.
Genitori Genitóque,
Laus et iubilátio;
Salus, honor, virtus quoque,
Sit et benedíctio;
Procedénti ab utróque
Compar sit laudátio.
Amen.
Ant. ¡Oh Sagrado banquete, en que Cristo se nos da como alimento, se celebra el memorial de su pasión, el alma se llena de gracia y se nos da la prenda de la gloria futura!
V./ Nos has dado, Señor, el pan del cielo.
R./ Que contiene en sí todo deleite.
Oremos.
Oh Dios, que redimiste a todos los hombres con el misterio pascual de Cristo; conserva en nosotros la obra de tu misericordia, para que, venerando constantemente el misterio de nuestra salvación merezcamos conseguir sus frutos. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACIÓN VOCACIONAL
Oremos.
Señor, Padre santo, Tú que invitas a todos los fieles a alcanzar la caridad perfecta, pero no dejas de llamar a muchos para que sigan más de cerca las huellas de tu Hijo, concede a los que tú quieras elegir con una vocación a la vida religiosa mercedaria llegar a ser, por su vida, signo y testimonio de tu reino ante la Iglesia y ante el mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
ALABANZAS AL SANTISIMO SACRAMENTO
Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
OREMOS
Oh Dios, que en este admirable sacramento nos dejaste el memorial de tu Pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R./Amén.
Cantemos al amor de los amores,
cantemos al Señor,
Dios está aquí, venid adoradores adoremos
a Cristo Redentor.
Gloria a Cristo Jesús,
cielos y tierra bendecid al Señor;
honor y gloria a Ti,
Rey de la gloria, amor por siempre a Ti,
Dios del amor.